sábado, 12 de julio de 2008

EL ENGAÑO



El muchacho estaba absorto, quizás jugando con el celular o con algún cigarrillo que no se decidía a encender. Estaba montado sobre su moto apagada, en mitad de la calle poco iluminada. Justo sobre él había un farol que lo bañaba de luz y hacia resaltar el blanco de su franela. Al parecer no se dio cuenta de la presencia de la muchacha que se acercaba a él y, sorprendido, casi se cae con moto y todo cuando la chica lo saludo con un furioso empujón. El se agarró de la moto, evitó la caída, y luego se cruzo de brazos, con la mirada baja. Parecía dispuesto a soportar la rabieta con la que la muchacha lo atacaba. Ella señalaba una y otra vez su muñeca derecha, tal vez mostrándole su reloj y recordándole la hora. Era casi la una de la mañana. El motorizado continuaba con los brazos cruzados, sin importarle los amenazantes manotazos que la chica lanzaba sobre su rostro. En un momento el muchacho levantó la mirada para observar de frente a la chica. Ésta se detuvo en el acto. Luego lo agarró por la manga de la franela y se acercó para olerla. Algo indeseable debió olfatear en ella ya que la chica se puso las manos en la cintura y se quedó en silencio, mirándolo a los ojos. El motorizado quiso aprovechar esos segundos de calma e intentó coger a la muchacha por la cintura. Ella dio un habilidoso giro sobre sí misma y se zafó del indeseado abrazo. El muchacho, por primera vez, no supo qué hacer con sus brazos. Entonces la chica lo abofeteó con fuerza. Sorprendida de lo que acababa de hacer, se llevó una mano a la cara, tapándose los ojos. Probablemente había comenzado a llorar. Dio media vuelta y sin prisa alguna, volvió a caminar hacia el edificio de donde había salido. El muchacho, con los brazos caídos, la observó macharse. Se quedó aun un par de minutos más allí, solo. Luego encendió la moto y se marchó.
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Relato inédito. 2208.

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